El tío abuelo político de Carlo Acutis, Miguel Dao: un policía de la mano de Dios

Testimonios

Ser policía, dedicarse al árido oficio de investigador criminal y llegar al más alto nivel en un país turbulento no es cosa fácil. Más bien es vivir retando al peligro.

Fue, y de alguna manera sigue siendo, la vida de Miguel Dao, un personaje de novela cuando repasamos su trayecto, repleto de episodios donde se puso a prueba su valor, su pericia y, sobre todo, su profunda y sostenida fe de creyente católico.

En su perfil de X se lee: «Familia, educación y principios, sin duda resultan la clave para convivir en un mundo mejor».

Aceptó amablemente conversar, en compañía de su esposa. Miguel es tío abuelo político de Carlo Acutis, el joven que ha llegado a los altares y hoy es patrón del internet por su intensa evangelización a través de las redes sociales. Está casado con una hermana de la abuela de Carlo que se llama Rosa. Son su familia
venezolana.

Miguel conoció a su esposa practicando paracaidismo, una deportista muy activa quien hoy tiene más de 2.000 saltos y ha participado en varios campeonatos internacionales.

Ella nos dice: «Nuestra familia tiene otros santos. Mucha gente no lo sabe, pero Santa Catalina fue prima hermana de mi padre, Renato Pennino Volpicelli». Se refiere a Catalina Volpicelli, quien fue una religiosa católica italiana, fundadora de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón, venerada como Santa en la Iglesia Católica.

“Papá me contó que en nuestra familia había varios Santos, no solamente Santa Catalina. Como siempre vivimos tan distantes geográficamente jamás supimos la historia completa. Ahora con Carlo Acutis, mi sobrino-nieto, comenzamos a enterarnos de que había más santos. Es más, el papá de Carlo también tenía una tía Santa».
Preguntamos a Miguel sobre su familia y riendo con ganas dice: «¡Imagínate, mi familia es cien por ciento árabe! (sus apellidos son Dao Dao). Estoy salpicado para bien con la familia de mi esposa. ¡Algo se me tiene que pegar!».

Y agrega, ahora en serio: «Carlo tiene santos en su familia tanto por su padre como por su madre».

Carlo sigue intercediendo con milagros, pero no están debidamente documentados. «Se sabe de dos en Brasil que están bajo investigación, pero la pandemia ha complicado las cosas», revela Rosa. «El caso es un niño que tuvo un accidente y quedó descerebrado. Los médicos diagnosticaron muerte cerebral. Su padre comenzó a pedir a Carlo Acutis, el muchacho recobró sus funciones y hoy es normal. Es uno de
sus nuevos milagros porque parece que hubo más».

Caso Silvana: “Directamente en mi familia la intervención de “San Carlo Acutis” recayó para bien sobre una de mis nietas, a quien en noviembre de 2024, le diagnosticaron un tumor en su boca que, entre otras cosas, suponía extraerle el tumor y parte de su mandíbula y, cuando la intervinieron, el Cirujano Maxilo Facial, luego de haber afirmado lo arriba diagnosticado, en base a los exámenes médicos previamente
practicados, dijo que no se explicaba que no tuviera tumor, ni ameritaba lo que inicialmente, había que practicarle. El milagro estaba hecho, pues se la encomendamos a su primo, a su sangre…”

La vocación de Miguel era convertirse en abogado, lo cual logró. Pero llegó a la policía con motivo del secuestro (febrero 1971) de su tío, éste iba camino al banco donde trabajaba, cuando lo interceptaron y se lo llevaron.

A su tío lo secuestran para pedir rescate, por dinero. Los Dao son una familia numerosa, trabajadora y próspera que procede del Líbano, católicos maronitas, que llevan generaciones siendo venezolanos. Hoy, como tantos apellidos libaneses afincados en el país, son más criollos que la arepa.

A Miguel le tocó estudiar un tiempo en el Líbano y regresar a Venezuela, donde se educó con los Padres de La Salle en la provincia, una primera etapa, y luego con los Jesuitas en Caracas. Su familia se dedicó a líneas de negocios que van desde el comercio hasta la banca.

Enrique, el tío secuestrado, no era adinerado, «era un gerente en el banco, aunque era médico y ejercía como tal. Lo confundieron con Eduardo Dao».

Sigue recordando Miguel: «Escogieron a mi padre para que actuara como mediador, así que viví muy de cerca, estudiando el segundo año de Derecho, el proceso de negociaciones. Terminé inclinándome por la investigación policial y me encaminé dicha actividad. Aspiraba a ser policía, pero por mi edad apenas me permitieron una pasantía. Pronto inicié mi curso de detective y comencé a participar en operativos policiales». A partir de allí puso todo su empeño y dedicación en aquellas tareas.

No pasó mucho tiempo hasta que llegó a subinspector. Se gradúa de Abogado. Su objetivo era llegar a ser Comisario, pero algunas costumbres policiales terminaron llevándolo a renunciar a la policía y dejar en suspenso su vocación investigadora.

Una gran sorpresa supuso para él que lo llamara el Ministro del Interior de aquel entonces, Luis Miquilena, para proponerle regresar y ejercer la más alta responsabilidad en el estamento policial venezolano.

En anteriores oportunidades se le habían ofrecido cargos similares pero eran tantas las condiciones que se tornaban inaceptables. En esta ocasión, aceptó pues el encargo era profesionalizar aún más a la institución.

«Fueron apenas 13 meses de intenso trabajo, durante los cuales tuve plena libertad y me siento absolutamente responsable de mi gestión».

Miguel fue suspendido del cargo por razones meramente políticas, y luego de cuatro meses renunció.

A partir de ese momento se dedicó a la actividad privada, al ejercicio de su profesión como Abogado. Además, lleva asesorías de seguridad, tanto a familias como a compañías.

No deja de ser interesante el que una persona que se mueve en ambientes tan difíciles, proyecte una fuerza espiritual tan sólida.

Cuando le preguntamos sobre ese aspecto nos dice: «Eso procede de mí, de mi naturaleza. Es algo que no programé. Manifiesto y exteriorizo mi espiritualidad de manera espontánea. Y no sólo lo siento hoy, sino toda mi vida. Desde que tengo uso de razón. Viene de mi hogar, del ejemplo de mis padres, de toda mi familia, especialmente de algunos tíos a los cuales respeto, ya fallecidos, a quienes recuerdo
con mucho cariño. Fue gente de trabajo tesonero, de éxito en todas las empresas en las que pusieron su esfuerzo».

«Viene de los hermanos de La Salle y de los Jesuitas. Igual experiencia tuve en El Líbano donde estudié un poco más de un año -pues papá fue nombrado embajador de Venezuela allí- continuando mi formación con los hermanos de la Salle en Beirut.
Volví a Venezuela, con los Jesuitas. Mi fe no es producto de situaciones crudas y duras como las que he vivido, sino que estaba allí antes y sigue conmigo».

Miguel insiste en que su formación católica tiene raíz en los primeros años de su vida y durante su adolescencia, tiempo en que todas las personas en su entorno se la transmitían, sensibilizando y marcando su proceder y su manera de actuar.

“Buscar venganza es perder tu tiempo. No existe muerte justa cuando atiende a impulsos que se originan desde un sentimiento de venganza”.

“Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor” Salmo 4. Hazla brillar Señor…

«Es tal el ambiente de anarquía y el de impunidad en el actuar irregular de muchos, que hasta justifica el de otros tantos. Que Dios NS nos agarre confesados y no permita que lleguemos a la barbarie…»

«Mientras vivas lucha fuerte y siempre, dar gracias a Dios NS., por lo bueno y por lo malo en cada momento, por todo».

«Tiempos de soledad y tristeza… Vaya un saludo cargado de sentimiento y solidaridad para todos los hermanos venezolanos que hoy por terceras circunstancias se obligaron a emigrar sin ser nosotros un pueblo de naturaleza migrante».

«Familia, la génesis de toda sociedad… Es desde allí donde comienza la educación, la moralización, los principios..!»

«Soy Maronita y mi Santo Charbel…!»

«Jesús NS, nunca dejará de escuchar nuestros ruegos y de atender a nuestras necesidades. Desde su amor sabrá responder a nuestras peticiones. Su momento es el ideal y sabe lo que más nos conviene. Dios NS nos bendiga a todos»…

Ha tenido un oficio peligroso, exigente y lleno de sobresaltos y de momentos difíciles. Él tenía esa fuerza espiritual que era su fe y tal vez ello le llevó a actuar con ponderación, con sentido de justicia. «Cuando se me requirió hacer política con mi cargo, lo deseche y no me aparté de lo jurídico, lo constitucional. Todo aquello para lo cual me formaron».

Sin duda, no es fácil, la trayectoria de Miguel es impecable y está contento por ello. «Sabía que, al final, eso iba a significar sinsabores y obstáculos en mi vida profesional, como en efecto ocurrió.”

Todos los que lidian con la delincuencia pasan por momentos difíciles. Momentos en que se acuerdan de Dios y le ruegan auxilio.

Miguel comenta con naturalidad: «Nunca pedí ayuda a Papá Dios pues siempre sentí que lo tenía. Nunca lo llamé, como si estuviera lejos porque lo sabía conmigo. Nunca me faltó el apoyo de Nuestro Señor por eso no lo pedí especialmente para un caso en particular y cada uno de ellos lo asumió como el más importante».

Hace una salvedad: «En mi familia sí he recurrido particularmente a la mano de Dios para pedirle asistencia y que me hiciera caminar por el sendero correcto. Pero dentro de la policía siempre me sentí respaldado y andando de la mano de Dios. Por eso no me desvié y actué invariablemente dentro del marco de la justicia y el derecho».
Su proceder siempre fue actuar correctamente y con absoluto apego a la ley. Nunca ha pausado su servicio al país y a tanta gente que lo busca como profesional de la seguridad en una Venezuela que ha tocado sus picos de violencia, secuestros, asaltos y muertes, hoy de alguna forma, superada esta situación.

Lamenta que muchos vean el trabajo del policía como despreciable o como un recurso para los que no dan mucho de sí. Cuántas veces no hemos escuchado decir «mi hijo no sirve para estudiar, es mal deportista, no sé qué hace en sus ratos libres… ¡sirve es para policía!».

Es un criterio claramente despectivo. «Yo considero -apunta Miguel- que para ser policía hay que estar muy bien preparado, capacitado y, sobre todo, hay que tener una mente y un equilibrio emocional tremendo para poder ejercer el oficio y dignamente los cargos de preponderancia donde una decisión tuya tiene repercusiones muy graves. Hay que tener mucha paz y un aprecio por el ser humano que te lleve a actuar siempre con justicia».

Esa tranquilidad se nota en Miguel, la serenidad que sólo te aporta la fe.-

Originalmente publicado en:

https://es.aleteia.org/2021/04/22/miguel-dao-un-policia-de-la-mano-de-dios