Miguel Indurain: Vivo la vida con serenidad

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Cardenal Baltazar Porras Cardozo:

Seguramente el nombre de Miguel Indurain resulta extraño para las nuevas generaciones. Pero me he encontrado con un reportaje que me ha traído gratos recuerdos y me ha resultado sugestivo para los tiempos que corren. Nuestro personaje de hoy es uno de los ciclistas más famosos del mundo de la bici y de las grandes competencias como el Tour de Francia, il Giro d´Italia o la Vuelta a España, y de otras competencias internacionales en las que obtuvo el palmarés. Se cumplen este año 2025, treinta de la consecución de los cinco tours de Francia ganados consecutivamente. Seguir entonces por la tele, sin los avances tecnológicos de hoy, resultaba apasionante seguir en compañía de buenos amigos el desarrollo y los comentarios de los entendidos.

Miguel Indurain nació en Villalba (Navarra) quien cumplió el 16 de julio 61 años. Entrevistado por un medio italiano, la memoria lo lleva a contar el ciclismo “poético” de su época en el que evoca a grandes ciclistas con los que le tocó competir, como Pantani, Bugno y Chaippucci, de los que hace mención con admiración. Hoy, “el ciclismo es siempre más explosivo, más veloz, más atlético, más tecnológico, así lo confirma el Tour de Francia. En mis tiempos el ciclismo era más poético: no teníamos nutricionistas, comíamos los sándwiches que nos preparaban los mecánicos, todo era más normal, pero funcionaba”.

Con simplicidad el legendario Indurain, llamado el “gigante de los gigantes”, “el rey gentil”, “el más humano de los marcianos de la bici”, que ganó consecutivamente cinco tours de Francia, el último en 1995, hace treinta años; dos Giros de Italia también consecutivos, títulos olímpicos y mundial en Atlanta y el récord de la hora en Ciudad México. No le hace sombra hacer parte del club de “los más grandes” del ciclismo: Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault, quienes también ganaron cinco veces el tour de Francia pero no consecutivamente.

Pero lo que más me ha impresionado de esta entrevista es develar el ser íntimo y creyente de Miguel Indurain. “La serenidad es mi modo de vivir la vida, porque siempre he tenido una manera de correr con calma, razonando más que siguiendo el instinto…ahora pedaleo solo por placer. Marcho despacio en las subidas y poco a poco en las bajadas. Mi terreno preferido es lo plano”.

Cuando ganó el segundo tour de Francia, en 1992, le dijo al Papa Juan Pablo II: “vivo la vida con serenidad, y eso lo he conservado en cada competición. Provengo de una familia de sólidos valores católicos y me identifico con ese tipo de educación porque siempre he sentido la presencia de una guía superior”. “Mi primer triunfo ciclístico lo obtuve a los doce años cuando llegué segundo y el premio fue un bocadillo y una fanta”.

Con su esposa Marisa López de Goicoecheay sus tres hijos siente que la experiencia que le brindó la vida tiene que ponerla al servicio de la juventud de hoy. No quiere ni busca honores, prefiere compartir con los amigos de siempre la belleza y la paz de la vida. Promueve a través del ciclismo la mejor preparación para quienes buscan en la pasión de montar una bicicleta el sueño de ser grandes escaladores o triunfadores en alguna de las etapas duras de esta exigente disciplina.

Qué sugerente testimonio de quien en trece años de carrera ciclística obtuvo 111 triunfos, 60 veces la camiseta amarilla del Tour, 29 la camiseta rosa del Giro y cuatro la camiseta de líder de la vuelta a España. El ciclismo de entonces parece prehistórico pero todo lo que sirva para mejorar es bienvenido, aunque la tecnología no lo es todo. Los directores deportivos de entonces no tenían las “radiolíneas” para indicar las estrategias a los corredores, la experiencia y la intuición iban delante. Hoy todo está controlado, quizás demasiado. Buen ejemplo para los deportistas de cualquier disciplina que triunfan para que recuerden que hay que esparcir lo que se siembra y recoge para bien de las generaciones futuras.-