Vaticano aprueba definitivamente estatutos de la asociación internacional de exorcistas

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Un ministerio a menudo rodeado de misterio ha dado un paso institucional decisivo. La Santa Sede ha aprobado formalmente los Estatutos definitivos de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), lo que permite al grupo superar su fase experimental de siete años y establecer directrices claras para garantizar la competencia, la rendición de cuentas y la prudencia pastoral en uno de los ámbitos más delicados de la Iglesia.

El nuevo marco, adoptado en marzo de 2025 y presentado durante la conferencia internacional de la asociación en Sacrofano en septiembre de 2025, marca la transición de un reconocimiento provisional a una base jurídica sólida. Monseñor Karel Orlita, presidente de la AIE, calificó la aprobación como un hito: «Sella nuestra madurez eclesial y la legitimidad de un ministerio ejercido en nombre de la Iglesia».  

Los Estatutos, organizados en nueve secciones, van mucho más allá de las revisiones técnicas. Reestructuran la gobernanza, refinan las categorías de membresía, imponen estándares estrictos de formación y codifican la colaboración con las comunidades médica y psiquiátrica.

El objetivo subyacente es alinear el ministerio del exorcismo —a menudo objeto de representaciones sensacionalistas— con las exigencias más amplias del discernimiento pastoral y los desafíos culturales contemporáneos.  

Entre los cambios más notables se encuentra un nuevo enfoque de la membresía. Mientras que las versiones anteriores distinguían vagamente entre miembros y afiliados, el texto actualizado crea categorías más precisas: miembros ordinarios (tanto de pleno derecho como asociados) y miembros honorarios, reservados para obispos y cardenales.

Los jerarcas pueden mantener un vínculo espiritual con la asociación, pero ya no ejercen el derecho a voto, una distinción diseñada para resaltar la identidad particular del ministerio del exorcista sin confundirlo con el gobierno episcopal.

Igualmente significativo es el énfasis en la formación. Cada nuevo miembro debe ahora completar un programa estructurado que incluye cursos básicos, práctica supervisada y actualizaciones continuas. La formación no se considera una formalidad, sino una garantía de discernimiento y competencia. La colaboración con médicos y psiquiatras —anteriormente sugerida, ahora obligatoria— se ha incluido explícitamente en los Estatutos, lo que refleja la insistencia de la Iglesia en la prudencia y la interdisciplinariedad al evaluar presuntos casos de posesión o aflicción espiritual.

El modelo de gobernanza también se ha reforzado. Además del presidente, un consejo de nueve miembros, un secretario y un tesorero general desempeñarán mandatos renovables de seis años. Los secretariados lingüísticos, que apoyan la creciente presencia global de la asociación en los cinco continentes, deben contar ahora con al menos 25 miembros para ser reconocidos. Las elecciones a nivel regional requieren la confirmación del presidente, lo que garantiza la cohesión dentro de la estructura internacional.  

La transparencia financiera ocupa un lugar destacado en el nuevo texto. Los Estatutos reafirman que el exorcismo es un ministerio que se ofrece gratuitamente, haciendo eco del mandato evangélico: «Gratis lo recibisteis; dadlo gratis». Al mismo tiempo, imponen normas vinculantes: presupuestos anuales, prohibición de lucro y asignación estricta de recursos exclusivamente para fines estatutarios. En caso de disolución, los bienes deben transferirse a asociaciones eclesiales similares, bajo la supervisión del Dicasterio para el Clero.

En palabras de Orlita, los Estatutos funcionan como una «carta constitucional» para la asociación: salvaguardan la tradición y, al mismo tiempo, capacitan al ministerio para responder responsablemente a los desafíos actuales. El resultado es el retrato de una organización que busca tanto la profundidad espiritual como la seriedad institucional, con mecanismos que fortalecen la credibilidad dentro y fuera de la Iglesia. Al otorgar la aprobación definitiva, el Vaticano ha sentado a la IAE sobre una base canónica sólida. Lo que antes era un organismo experimental ahora se erige como una asociación con reconocimiento pontificio, encargada de defender la integridad de un ministerio donde el discernimiento, la transparencia y la fe deben ir de la mano.

[Fuente: Zenit Noticias]